La castración y esterilización de animales son una mutilación realizada a un
individuo sin su consentimiento. En esencia, está mal, y en un mundo perfecto,
no sería necesario hacerlo. Sin embargo, se ha convertido en una
responsabilidad social.
En primera instancia, los perros y los gatos (entre otras especies) no son
animales libres por el simple hecho de que se encuentran a nuestro cuidado. Liberarlos
conllevaría la muerte de millones de individuos y tendría un enorme impacto en
la conformación actual de los ecosistemas naturales.
A fin de erradicar el mal de la castración y esterilización forzada, primero
es necesario eliminar la dependencia animal hacia el ser humano. Y eso implica
reducir dramáticamente (sino eliminar por completo) las poblaciones de animales
domésticos.
La dependencia a otros, la enfermedad sin control, el hambre y la
destrucción ambiental no son causadas únicamente por los animales domésticos,
por supuesto. Podríamos llegar a la conclusión de que, entonces, se debería
también forzar esterilizaciones y castraciones masivas a la especie
humana.
Reducir la población humana solucionaría muchísimos problemas, no cabe duda
de ello. Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre las especies que convierte
la castración y esterilización forzada de seres humanos en un crimen, en
contraposición a la castración y esterilización forzada en perros, gatos y
otras especies dependientes del ser humano.
El ser humano es capaz de pensar en abstracto, de prever las consecuencias
de sus acciones para sí mismo y otros. Si no lo hacemos es porque no hemos
recibido la educación pertinente, pero la capacidad existe. Por tanto, en
nuestra especie, la prioridad no debe ser la castración y esterilización
forzada, sino una educación que nos permita ser racionales a la hora de
comportarnos, tal y como estamos biológicamente capacitados para hacer.
No podemos culpar a una persona de tomar decisiones que juzgamos egoístas o
irresponsables si toda su vida ha sido mal alimentada y mal educada.
Este proceso de educación no puede realizarse con otras especies. No entienden el lenguaje humano, no tienen la
capacidad para procesar conceptos abstractos (al menos, aquellas a nuestro
cargo) y, por tanto, no puede pretenderse que tomen una decisión racional en
pos de su bienestar y el de sus futuras crías. Eso implica que, como
responsables de estos animales, la decisión recae sobre nuestros hombros.
¿Es la decisión correcta?
Para responder a esta pregunta, basta con dialogar un momento con aquellas
personas en las trincheras: las proteccionistas. Levantan animales hechos
pedazos de las calles, se gastan fortunas recuperándolos y manteniéndolos hasta
que logran (si lo hacen) darlos en adopción. Y por cada animal salvado, no es
exagerado decir que 100 mueren desamparados en las calles de manera horrible.
También debemos considerar a la fauna silvestre. No es cierto que los
animales domésticos sean 100% biológicamente dependientes del ser humano. Si se
les permite vagar con libertad, hay infinidad de ejemplos en que estas especies
no solo sobreviven a la libertad, sino que florecen en ella y conforman
comunidades de animales ferales.
Estos grupos de animales domésticos que se acoplan a un medio natural se
convierten en una competencia o amenaza directa para las especies nativas. Dependiendo
el tipo de hábitat al que nos estemos refiriendo, esto puede resultar realmente
catastrófico. Los gatos y perros son depredadores eficientes que han arrastrado
a la extinción a cientos de especies de aves y los caballos pueden ser
demasiado grandes, rápidos y organizados para los depredadores locales,
teniendo una ventaja substancial sobre los herbívoros nativos.
La migración de especies no es nada nuevo. Ha ocurrido antes en la historia
de la vida (podemos mencionar el gran intercambio de especies ocurrida hace
unos 85 millones de años entre Norteamérica y Sudamérica, que concluyó con la
extinción de los marsupiales depredadores y las aves gigantes en el subcontinente
sureño). Y la desaparición masiva de animales resulta también en la aparición
masiva de otras.
Sin embargo, si vamos a vivir con la idea de la responsabilidad moral,
entonces necesariamente, debemos actuar para amortiguar de alguna manera el
proceso de extinciones masivas que hemos comenzado y estamos manteniendo.
Por lo pronto, la solución más efectiva, sencilla y coherente es la castración
y esterilización masiva de perros y gatos. Está mal…pero es un mal
insignificante al ser comparado al sufrimiento que la alternativa está
causando.
Centros de Zoonosis
Los siguientes Centros de Zoonosis realizan castraciones de manera gratuita.
Zoonosis Pasteur (CABA) (Dan para el mes siguiente)
Zoonosis de Tigre (Tigre)