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El Impacto Ambiental de la Producción Agro-ganadera




Los animales solían ser criados en rebaños pequeños o medianos, pastando al aire libre. Luego eran faenados en un matadero en las proximidades y, tanto su carne como los subproductos, eran producidos en la misma localidad o región. Actualmente, este modo de producción está prácticamente extinto, aunque la demanda de carne aumentó significativamente. 


Para abastecer un mercado cada vez mas grande, y que crece en el sistema globalizado, los animales son criados de manera intensiva en corrales. Son engordados rápidamente en condiciones de hacinamiento inimaginables, sometidos a dietas basadas mayormente en soja y otros forrajes industrialmente procesados, y tratados con toda una batería de medicamentos contra enfermedades, muchas veces, surgidas del mismo hacinamiento. 

Y esto no debe preocupar solamente a aquellos que defienden los derechos de estos animales. Es un problema que va más allá de las victimas  directas. Es un crimen ambiental: la erradicación sistemática  de los recursos naturales y el envenenamiento masivo de la población mundial.  

Cultivos Forrajeros.

El principal cambio experimentado por el sector agropecuario argentino en las dos últimas décadas es la expansión de la agricultura a causa del crecimiento de la soja. Esto ha producido dos fenómenos. 


  • Gran aumento de la superficie sembrada con este cultivo provocó la reducción de 13 millones de hectáreas de la superficie ganadera para dedicarlos a cultivos de cereales y oleaginosas.
  • La ganadería ha optado por el sistema de engorde en corral como alternativa ante la disminución de las zonas de pastoreo en la pampa. 
Los animales en corrales deben ser alimentados con soja y otros forrajes industrialmente procesados. Y esto daña el ambiente debido a varios factores y en diversidad de formas. 


Sobrefertilización


En las aguas costeras del Golfo de México, en las desembocaduras del Mississippi,  unos 20.000 kilómetros cuadrados de mar tienen tan poco oxígeno que se ha formado una “zona muerta”. Ahí, los camarones y los peces no sobreviven.

La causa de esta devastación marina se encuentra en la sobrefertilización de la cuenca del Mississippi, donde se concentra la mayor parte de la producción de forraje, y las instalaciones agrícolas industriales, de Estados Unidos. Para maximizar las cosechas, los campos se fertilizan con agroquímicos comerciales que  contienen nutrientes altamente solubles.  



Se descarga nitrógeno y fósforo al río, que luego pasa al Golfo. En ese lugar, estos nutrientes estimulan el crecimiento de algas, plantas acuáticas y bacterias que consumen el oxígeno disuelto en el agua de mar. Un litro de agua de mar generalmente contiene unos 7 miligramos de oxígeno disuelto; alrededor de las desembocaduras del Mississippi bordea los 2 miligramos.


El biólogo marino estadounidense, Peter Thomas, señala que unos 250.000 kilómetros cuadrados de aguas costeras a nivel mundial sufren de deficiencia de oxígeno estacional severa. 


  • En Asia, las instalaciones de producción avícola y porcina de la costa de China, Vietnam y Tailandia contaminan el Mar de China con nitrógeno.
  • La zona norte del Mar Caspio está cargada de nitrógeno proveniente del Volga. Muchos de los mares que rodean Europa se ven afectados: tanto el Mar Báltico como el Mar Negro, el Mar de Irlanda, la costa española y el Adriático tienen zonas muertas. La causa de los problemas no sólo está en la contaminación con nitrógeno y fósforo, sino también potasio, residuos de fármacos, organismos patógenos y metales pesados.

Esto no se limita a los mares. El abono líquido y el estiércol de las áreas de producción de animales suelen depositarse en el suelo, muchas veces, indiscriminadamente. Los nitratos se descargan a las aguas subterráneas, lo cual puede generar contaminación del agua potable que bebemos y dañar nuestra salud. Éstos pueden convertirse en nitrosaminas en nuestro organismo, sospechosas de provocar cáncer de esófago y estómago. 


La sobrefertilización amenaza el hábitat de casi todas las especies en peligro de la Lista Roja elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. El uso excesivo de fertilizantes, pesticidas y herbicidas químicos daña los organismos del suelo y el agua, además de los ecosistemas y su biodiversidad.


Pesticidas


Desde 1990, la superficie de soja se ha cuadriplicado, mientras que el uso de pesticidas se ha multiplicado por 11


En las áreas rurales, el número de abortos espontáneos y defectos de nacimientos ha aumentado, y el 30% de las muertes son causadas por cáncer (19% promedio país). Según estudios de universidades argentinas, el aumento comenzó en el año 2000, al mismo tiempo que el uso intensivo de glifosato. 



El único efecto “positivo” de la modificación genética de los cultivos como la soja es que hace a la planta resistente al glifosato, un herbicida de amplio espectro utilizado para exterminar cualquier hierba que no esté modificada para tolerarlo. El glifosato es el herbicida químico más vendido del mundo. Fue patentado por la compañía estadounidense, Monsanto, en la década de 1970 y es comercializado bajo la marca Roundup. 


Monsanto, que además es la productora de semillas más grande del mundo, produce más de la mitad del glifosato mundial y la soja resistente al glifosato es el cultivo MG más vendido del mundo. Actualmente alrededor del 85% de los cultivos MG del mundo son resistentes a los herbicidas, y la gran mayoría son variedades del ‘Roundup Ready’ de Monsanto.


La aplicación de glifosato también puede causar problemas por otras razones. A menudo se fumigan grandes extensiones de campo desde avionetas. Esta práctica no toma en cuenta otros cultivos o vegetaciones alrededor de los campos cultivados con soja. Como resultado, la biodiversidad local se ve enormemente afectada. Además, el químico puede penetrar en las aguas subterráneas. La gente que vive en zonas aledañas o que se encuentran en el lugar está constantemente expuesta a las fumigaciones.


Deforestación.


Las selvas tropicales son especialmente ricas en biodiversidad, pero ya se ha destruido más de un quinto del Amazonas. La selva tropical más grande del mundo está siendo destruida, principalmente, para alimentar ganado. A pesar de la reciente disminución de la tasa de deforestación, la cría de animales todavía ejerce mucha presión sobre la selva tropical. Y muchos de los pastizales se convierten en campos de soja, después de unos años.


Esta conversión generalizada de pastizales a tierras de cultivo para producir forraje en Sudamérica y Europa reduce la biodiversidad, ya que las praderas ,generalmente, contienen más especies y ofrecen un mejor hábitat para los insectos y otros animales pequeños. Pero el pastoreo intensivo suele dar paso a la pérdida de especies a medida que los agricultores cultivan otros tipos de pasto, más valiosos, como forraje. Esto margina a otras especies. La instalación de cercas para convertir el campo abierto en haciendas puede cortar las rutas de migración de los animales salvajes, impedirles el acceso a las fuentes de agua y provocar pastoreo excesivo del ganado.


Las explotaciones mixtas, de cultivos y animales en el mismo lugar, suelen tener diversas áreas de vegetación -setos, parcelas de árboles y jardines- que alojan a diversos insectos y animales pequeños, además de algunas plantas silvestres.


Entre 1975 y 2006, la tierra destinada a pasturas en la zona del Amazonas creció en un 518%. Esta expansión tiene muchas causas. La cría de ganado es redituable aún en lugares remotos con escasa infraestructura. Los costos de derribar árboles y convertir la tierra en praderas se pueden cubrir con la venta de la madera. Los bajos costos de inversión hacen a esas tierras ideales para usos ilegales, a veces de corto plazo. De acuerdo a las estrictas leyes forestales de Brasil, la mayor parte de la deforestación es ilegal o cae dentro de vacíos legales.


La intensificación de la agricultura en otras regiones de Brasil, a través del cultivo creciente de soja como alimento y de caña de azúcar para producir etanol, refuerza la presión destructiva sobre la selva tropical. 


Hay noticias alentadoras. La tasa promedio de deforestación solía estar alrededor de 20.000 kilómetros cuadrados por año. Ésta ha caído significativamente y el gobierno brasileño ha ampliado las áreas protegidas y ha reforzado los controles sobre esta práctica.


Desertificación


Está bajando el contenido de materia orgánica en los suelos. A escala mundial, el estancamiento de las cosechas afecta a cuatro de los más importantes granos, que producen dos tercios de las calorías: maíz, arroz, trigo y soja. Las cosechas de estos cuatro cultivos están creciendo a un ritmo de sólo un 0,9 a 1,6 anual. 

Los autores del estudio de Minnesota consideran que esto puede deberse a que la atención se ha puesto en la producción de cultivos para forraje y biocombustibles. Señalan que el uso más eficiente de la tierra cultivable y la mejor administración a nivel mundial podrían aplacar el problema, pero una mayor expansión de las tierras de cultivo significaría grandes costos ambientales en términos de pérdida de biodiversidad y mayores emisiones de carbono.


Los monocultivos a gran escala llegan a cubrir hasta decenas de miles de hectáreas, transformando y desolando paisajes enteros. Además de problemas climáticos y de erosión, en algunas zonas del país de expansión agrícola reciente, como el noroeste, un factor adverso comienza a ser el elevado costo de transporte, realizado casi íntegramente por ruta. 



La mayoría de los pooles ya no aran la tierra, sino que siembran la semilla directamente en el suelo. Esta “siembra directa”, supuestamente, conserva el agua y el suelo, pero ante todo ahorra combustible (en arado) y, más importante, tiempo, posibilitando un segundo o incluso un tercer cultivo al año. Sin embargo, múltiples cosechas requieren repetidas aplicaciones de nutrientes y fumigaciones con herbicidas para eliminar malezas, particularmente glifosato.  


Gases de Infecto Invernadero




La ganadería es responsable de entre un 6 y un 32 por ciento de los gases de efecto invernadero, en tanto que para la FAO, es del 14,5%. La gran diferencia entre estas estimaciones depende de la base de cálculo: ¿deben incluirse las emisiones directas de la ganadería o también las emisiones totales a partir de la producción de forraje, fertilizantes y pesticidas, arado, tala de bosques para cultivar soja y el drenaje de turberas?


La ganadería intensiva emite compuestos de nitrógeno -como el amoniaco- que se elevan a la atmósfera, contribuyendo notablemente al fenómeno del cambio climático. Según la Evaluación Europea del Nitrógeno de 2011, este daño representó entre 70 y 320 mil millones de euros en Europa. Los autores concluyeron que este monto podría superar todas las ganancias del sector agrícola continental. Si se contabilizara, el sector en su totalidad presentaría pérdidas.


La producción y uso de forraje no suele incluirse en la huella de dióxido de carbono de la carne o los productos ganaderos como los huevos, leche y manteca. La producción y el uso de fertilizantes minerales y orgánicos son responsables, además, de un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción ganadera.


El mayor responsable es el óxido nitroso o N2O, un gas de efecto invernadero 300 veces más potente que el dióxido de carbono. Si los agricultores aplican un exceso de fertilizantes minerales, estiércol o abono líquido, o los utilizan en el momento equivocado, las plantas no pueden absorber los nutrientes y el N2O termina en la atmósfera o se convierte en nitratos que contaminan las aguas subterráneas. 


El Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica de Suiza (FiBL) ha determinado que la producción anual de 125 millones de toneladas de fertilizantes de nitrógeno emite 800 millones de toneladas de dióxido de carbono. Esto representa un 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. La FAO indica que tan sólo en Brasil se emiten unos 7,7 kilógramos de gases de efecto invernadero por cada kilógramo de soja cultivada. 


Otra parte de las emisiones que suele dejarse de lado proviene de los cambios del uso de suelo. Al arar las praderas, el humus se descompone y emite enormes cantidades de dióxido de carbono. Una tonelada de humus conserva 3,7 toneladas de gas, un 35 por ciento del cual se pierde en el aire al remover el suelo. Otro 4 por ciento de los gases de efecto invernadero atribuibles a la agricultura se produce cuando los agricultores aran suelos de turba drenados. Es el tipo de agricultura que más afecta al clima: pueden emitirse 40 toneladas anuales de dióxido de carbono por hectárea a partir de la materia orgánica acumulada en los pantanos a lo largo de los siglos.



Contaminación Bacteriológica.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que de continuar el uso y abuso indiscriminado de antibióticos para la crianza animal, podríamos entrar a una era postantibióticos, en la cual enfermedades que hoy son fácilmente curables nuevamente serán letales.


A pesar de esta advertencia, pocos países han abordado el tema del uso de medicamentos en la producción de ganado. En esta industria, los antibióticos se emplean para que los animales resistan las condiciones en que viven en las granjas industrializadas hasta que son faenados. Pero una gran parte también se emplea para aumentar y acelerar el crecimiento: los cerdos que reciben antibióticos por ejemplo, necesitan ente 10 y 15% menos alimento para alcanzar el peso de mercado.


El Agua


La actividad que más agua consume – y la principal causa de la crisis mundial del agua– es la agricultura, que utiliza el 70% del agua dulce disponible a nivel mundial, mientras los hogares (10%) y la industria (20%) funcionan con mucho menos. Un tercio de la proporción que se lleva la agricultura corresponde al ganado. No es porque  las vacas, cerdos y pollos beban mucho, sino porque consumen agua indirectamente como forraje.


Las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura son sorprendentes. Producir 1.000 calorías de alimentos en forma de cereales requiere aproximadamente medio metro cúbico de agua. Producir la misma cantidad como carne requiere cuatro metros cúbicos y, en el caso de los lácteos, 6 . Y estos no son más que los promedios. Pero recuerde que no todas las vacas son iguales: una vaca criada mediante ganadería intensiva consume mucha más agua que otra que pasta en el exterior.  Y en todo el mundo son cada vez más los animales que se mantienen en espacios confinados.


Fuente: la presente nota es una adaptación con extractos del Atlas de la Carne. Informe, Hechos y Cifras sobre los Animales que ComemosDescarga Gratuita


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